Al fin! Se finí la semana. Fuckin’ eterna semana! Hace muuuucho tiempo que no se me pasaba tan lento.
En la maldita clase de una inservible materia, tal como Pro.M.I., el profesor propuso la siguiente actividad: escribir en una hoja en blanco lo que nos resultaba imposible de alcanzar dentro de nuestros gustos, sueños y deseos (todo bajo el lema de la frase “Seamos realistas, busquemos lo imposible.”). Claramente dejé en blanco la hoja. A todo esto, armaron una lista que resumía todos los sueños imposibles de alcanzar de mis compañeros. Surgieron cosas… Cómo decirlo… Comiquísimas. Como “intimar con una actriz francesa”. Lógicamente, el profesor, al ver que yo no escribí nada comentó que sería un trabajo a entregar para poder aprobar la materia. ¡WTF! Ok, no escribí nada tampoco con esa “sentencia”. El punto es que, cuando ya había finalizado toda la perorata, me preguntó –obviamente- por qué no había escrito nada, creyendo que no tengo ningún objetivo en mi vida. Y le respondí, muy cortantemente: “¿sabe qué pasa? Nada de todo lo que yo quiero ser, y hacer en mi vida, es imposible. No es mi problema que los demás quieran hacer cosas sin tenerse fe.” No respondió y sonrió -algo que no me quedó demasiado claro-. En fin, espero no llevarme la materia. Y sino… Qué carajo!
Cambiando de tema. Me dormí a las 13hs y programé la alarma para despertar a las 15.30hs. Claramente, no me desperté y apagué la alarma casi por inercia. Terminé despertándome al rededor de las cinco de la tarde, y me pintó un raye que terminó en mi versión morocha –castaña mejor dicho-. Y agradezcan que no estaba el rojizo que quería, ni tampoco color azul. Buen viernes!