Como dije en el post anterior, agosto es un mes recargado. Arrancan las semanas de la moda al rededor del mundo y Argentina no es la excepción.
Pausé mi remera a medio bordar para abstraerme y escribir un poco en el blog que tan abandonado lo tengo. Me encuentro con el Pop Profiles de One Direction de fondo, mientras terminaba de leer 10 tips de cómo sobrevivir a las épocas de eventos y desfiles escrito por Ana Torrejón (directora editorial de Harper’s Bazaar Argentina) en su blog. Un mini-post súper recomendado, en especial por el tip 6 y 7 que termina por ubicar a los desfiles y sus entornos en una completa irrealidad, o una realidad paralela bajo frases como “todo comentario es tóxico, si entra por un oído debe salir por el otro”. So true. Ese mismo post me trajo a encender la netbook y tipear un rato acá.
El día de hoy, martes 6 (en realidad ayer, ya que son casi las 3am) arrancó una nueva edición del BAFWeek o mejor dicho Buenos Aires Fashion Week. Otra vez el loquero de la moda dentro de un pabellón del Predio Ferial de La Rural Argentina, donde especializados, productoras, fotógrafos, diseñadores, estudiantes y afines al ámbito de la moda se mezclan entre los altos y delgados modelos, los fashionistas hambrientos de tendencias y pequeños “chusmas” que quieren observar, ver y consumir prendas o accesorios de los showrooms. Un verdadero caos para los que no están ya acostumbrados.
Recuerdo la primera vez que pisé BAFWeek, con 13 años y sola. Sí, sola. Volví del colegio y me fui a ver aquella semana de la moda con muchísimas ganas de encontrar maravillas y deslumbrarme. Lo logró, me deslumbró, pero de forma un tanto distorcionada. Me llamó la atención la gente que hacía colas por más de 40 minutos para ingresar a una “sala” donde había una pasarela, dos hileras de sillas de plástico (como las que se observan en los patios o jardines de las casas más comunes) y gradas para albergar a un poco más de gente.
Para aquella primera vez, había chequeado la grilla o almanaque de desfiles anteriormente y me ilusioné a ingresar al desfile de John L. Cook. Ilusa por completo. Compré la entrada general en puerta del predio, por lo que tuve que soportar una enorme (ENORME) fila para poder llegar a la puerta de ingreso y que la poco simpática chica del staff me comunique que debido a la falta de capacidad en la sala, quedaba esperando en la cola para ingresar al siguiente desfile: Mariana Dappiano. Por ese entonces, yo apenas había oído ese nombre asique la idea obviamente no me agradó. Pero ya había esperado tanto tiempo que me quedé firme otros 50 minutos. Sola y primera en la fila de ingresos generales. Una vez que ingresé, fue totalmente llamativo como la gente moría por sentarse en esas gradas. Me senté yo también, comenzó el desfile y luego de varias pasadas y el saludo final de la diseñadora, terminó el desfile. Al salir, mire los showrooms en los que menos gente había y me volví a mi casa con la idea en la cabeza de nunca más volver sola, ni mucho menos con una entrada general.
Desde entonces, siempre he asistido (a tal punto de haber faltado a días de clase en el colegio) y asisto a todas las ediciones con invitaciones de los diseñadores y marcas; acompañada, dispuesta a divertirme y anestesiada por completo de aquella desaforada locura. Y ahí está el punto más primordial: hay que disfrutar y divertirse con todo lo que ahí podamos encontrar. Modelos, celebridades, gente reconocida del ambiente, diseñadores, etcétera. Todo hay que tomarlo con buena cara, calma y si nos llevamos buenos contactos, muchísimo mejor. Ah, y desde entonces puse el ojo en las pasarelas de diseño de autor. Mariana Dappiano siempre que esté dentro del marco del BAFWeek, es uno de los desfiles a los que más asisto. A no enloquecer entre desfile y desfile!